La AACSB presenta su más reciente contribución a la calidad de la educación de negocios, esta vez en forma de un reporte que analiza la gran variedad de modelos, desafíos y oportunidades que demuestran los doctorados de management a nivel internacional.
Autor: Jennifer P. Roig
No será la primera vez que se diga que uno de los talones de Aquiles de la educación de negocios en América Latina es la carencia de profesores con grado doctoral. Lo que no se repite con la misma asiduidad es que esta escasez se experimenta también en otras regiones del planeta, sobre todo si se trata de economías emergentes. Del lado de las economías desarrolladas, programas de doctorado con énfasis y vocación académicos continúan su reinado en las escuelas de negocio. Mientras, en el sector privado se percibe una creciente demanda por un tipo de profesional con la capacidad analítica y habilidades que posee un egresado PhD con orientación práctica.
Estos son algunos de los desafíos avizorados en el camino de escuelas de negocio que ofrecen programas doctorales, y de otras con perspectivas de desarrollarlos. Para profundizar más en el contexto y naturaleza de las cuestiones relacionadas con la evolución de los doctorados de management a nivel internacional, un equipo de expertos comisionados por la AACSB -Association to Advance Collegiate Schools of Business- condujo un estudio comparativo entre múltiples programas de PhD de escuelas de negocio alrededor del mundo.
Titulado The Promise of Business Doctoral Education, setting the pace for innovation, sustainability, relevance and quality, sus autores son un colectivo de expertos directivos de reconocidas escuelas de negocios globales, que son a su vez miembros de la asociación.
El reporte se centró en comprender la gran variedad de modelos de la educación doctoral, con sus respectivos retos y oportunidades internacionalmente. Entre sus hallazgos, se determinó “una necesidad clara de distinguir entre una clase cada vez más abundante de programas de doctorado orientados a la práctica profesional, en tanto los más tradicionales continúen enfocados a nutrir la academia. Se precisa además ampliar el conjunto de objetivos de investigaciones doctorales para incluir estudios sobre aplicaciones concretas que otorgan valor a la intersección entre la teoría y la práctica. Se pretende por último buscar formas para estrechar la relación entre el sector privado y la academia, tanto como crear habilidades pedagógicas en los candidatos que serán los futuros profesores”.
Hallazgos, motivaciones y los nuevos estándares
Fotografía: www.freedigitalphotos.net
El reporte se propone ser de utilidad para varios de los stakeholders dentro de la educación de negocios. Primeramente, subraya la necesidad que tienen las escuelas de fomentar la innovación en sus programas y estrategias de enseñanza, manteniendo el rigor y la calidad en un entorno que es más incierto y cambiante, económica, cultural y socialmente. En segundo lugar, ilustra la creciente importancia que tiene la investigación de negocios para las compañías, con lo cual crece la importancia que concede la industria a profesionales con PhD. Otros que sacarán provecho de los resultados son los estudiantes, o potenciales candidatos, tanto a doctrados como a MBA u otros programas de postgrado, quienes tendrán una mirada más detallada del estado de la fusión entre la educación y el management.
En su consulta con universidades y diferentes tipos de escuelas de negocio de distintas partes del mundo, los investigadores hallaron una gran variación en los modelos educativos con respecto a tres dimensiones. Sobre esto, Robert Sumichrast, decano de la estadounidense Pamplin College of Business del Instituto Politécnico de Virginia y Universidad Estatal y cabeza del equipo investigador, indica “la primera tiene que ver con el tipo y temas de investigación que los programas admiten a los estudiantes, los cuales van de muy aplicadas a muy teóricas, con todos los matices intermedios. La segunda se relaciona al propósito y expectativas de los programas luego de la graduación del candidato, algunos esperan insertarse en el universo corporativo e incluso hacer carrera en organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, y no necesariamente permanecer en el entorno académico que es lo que tradicionalmente se ha esperado del egresado de un PhD. La tercera dimensión es la multiplicidad de fuentes de financiamiento que asisten a los estudiantes en los programas, las colaboraciones con otros sectores y los diferentes accesos y usos de la tecnología”.
En cuanto al alcance y autoridad esperada del reporte, Robert Sullivan, director de AACSB Internacional y decano de la Rady School of Management en la Universidad de California en San Diego, aclaró que el informe “no pretende ser prescriptivo. No se trata de instruir a las escuelas en cómo hacer o qué hacer específicamente en cuanto a las fórmulas de educación doctoral. Más bien la intención es presentar el tema y abrir debate, comenzar una conversación que se extienda por años y ayude a las escuelas a establecerse pautas de comparación, incluso bases de datos y conocimientos sobre diversas alternativas, analizar las opciones y finalmente implementar mejoras”.
Acerca de las razones que motivaron la realización del estudio, Joe DiAngelo, decano de la Erivan K. Haub School of Business de la Saint Joseph’s University en Filadelfia y miembro del comité de la AACSB que atiende los temas de educación de management, la instancia que comisionó el reporte, comentó que estaban inicialmente preocupados por la disponibilidad actual y capacidad de continuar generando profesionales con PhD. “Cada uno de los autores y miembros del comité tiene experiencia con los claustros académicos y conoce de la escasez de doctores, a la vez estamos interesados en cuán actualizado y adecuado es el modelo actual de educación doctoral en EE.UU. Esas preguntas incentivaron mirar a otros modelos, y el cuestionamiento acerca de cómo podemos ser innovadores mientras mantenemos la calidad”.
La preocupación por la innovación ha marcado el trabajo de la AACSB de los últimos tiempos. De hecho, es uno de los temas que más atención recibe en los nuevos estándares que la organización aprobó el pasado Abril. Sullivan explicó que debido al estatus de casi “vaca sagrada” que han tenido los programas de PhD por demasiado tiempo en las escuelas, no han recibido las mismas actualizaciones que otros postgrados como los MBA.
“Ahora innovar es imperioso, entre otras cosas porque hace falta encontrar mecanismos que ayuden a que nuevos PhD se gradúen, como ayudaría por ejemplo el bajar costos y emplear mejor las opciones tecnológicas. Pero también se trata de generar formas y recursos que contribuyan a elevar la calidad de la enseñanza, propiciando que los candidatos tengan mejores posibilidades de alcanzar primero los objetivos de sus investigaciones y luego de sus carreras”, dice Sullivan.
Por su parte, Susan Hart, decana de la Strathclyde Business School en la University of Strathclyde del Reino Unido, se refirió a cómo se alinearon las recomendaciones del reporte con la necesidad de que las escuelas cumplan un mayor rol en satisfacer la necesidad del talento que demanda la industria. “Una de las recomendaciones más específicas que hicimos apunta a mejorar la calidad y credibilidad de los programas, que deben ensanchar las alternativas de ayudar a un manager a agudizar su capacidad de cuestionar las oportunidades y retos de su organización e industria. Es preciso pensar en las posibles implicaciones del proceso investigador, es imperativo abrir el diapasón de objetivos para incluir muchas más formas en las cuales la investigación académica puede tener impacto en los negocios y el contexto”.
Hart llamó la atención hacia otro hallazgo que además de sorpresivo, es poco mencionado en el ámbito educativo. Uno creería que, siendo una misión tradicional de los doctorados el preparar a los futuros profesores de programas de pregrado, la enseñanza de habilidades pedagógicas ocuparía un espacio importante en el currículo. Sin embargo, la evidencia indica que “parece ser constante que se reste importancia al dominio de herramientas pedagógicas en beneficio de reforzar conocimientos de metodología de investigación, cómo asegurar la calidad, certeza, confiabilidad de los estudios. También se pone énfasis en la aplicación de estos a las necesidades organizacionales, y por último a cómo escribir y conseguir publicarlos”. Sobre esto Hart enfatizó la necesidad de contribuir a revertir esta postura.
Sullivan concluyó que una de las ganancias principales del estudio es que se pueden comparar diversos modelos educativos que se están implementando ahora mismo alrededor del mundo. “Creo que modelos realmente creativos de educación de management han ido evolucionando a través de los años en distintas regiones. Algunos de los más creativos se encuentran ahora mismo fuera de EE.UU. Esto abre un sinfín de posibilidades de transformación”.