Para quienes nunca han estado cercanos al mercadeo en ninguna de sus facetas, Philip Kotler es uno de los gurús de esta disciplina, y enseña en la prestigiosa escuela de negocios de Kellogg (no la de los Corn Flakes, sino la de la Northwestern University, en los alrededores de Chicago).
Para lograr un posicionamiento personal efectivo debemos pensar en el individuo, ya sea que se trate de uno mismo o de otra persona, tal cual se tratara de posicionar un producto.
Kotler señala que, por años, se enseñó a los estudiantes a construir planes de mercadeo alrededor de las famosas 4 "P" (producto, precio, plaza y promoción). Con el tiempo se dio cuenta de que existían pasos previos que debían darse para asegurar el éxito: la "investigación", ante todo; la "segmentación", consecuencia natural de la investigación; cada segmento tiene sus propias necesidades, y las compañías deciden a quién quieren o pueden atender a través del "targeting" (es decir, elegir un "target" y apuntar todos los esfuerzos hacia él).
Kotler señala que, antes de empezar a diseñar el plan de mercadeo, hay un paso adicional que no se puede olvidar para ser efectivos: establecer el posicionamiento. Este concepto revolucionario, que se encuentra impregnado en las otras 4 "P", es el que introducen Al Ries y Jack Trout, y que es motivo de este post. El concepto de posicionamiento es revolucionario precisamente porque es transversal a las 4 "P", las enriquece y les da consistencia.
Pero ¿qué tiene que ver todo esto con un individuo y su imagen personal? Pues bastante más de lo que parece a primera vista. Para empezar, en un mundo tan competitivo como en el que nos movemos, diferenciarse es indispensable para sobrevivir y lograr carreras exitosas.
Para diferenciarnos, ante todo debemos investigar cómo somos percibidos tanto en nuestro entorno laboral como en el personal (la falta de coherencia en los diversos ámbitos de nuestra vida es un síntoma claro de perfil de personalidad escindido y poco confiable...)
Luego de haber investigado quiénes aparentamos ser ante los ojos que nos rodean, debemos decidir si estamos satisfechos con la imagen que proyectamos o si sentimos que ésta no coincide con quienes realmente somos. Hechos los ajustes necesarios (mediante psicoterapia, coaching, un fashion emergency o todos los anteriores) tenemos el producto: Usted Reloaded.
Ahora nos enfrentamos al precio, es decir, cuánto valemos en el mercado laboral y si nos sentimos reconocidos en este aspecto. Este es un tema delicado, pues si bien es cierto que todos tenemos derecho a sentirnos la "última Coca-Cola del desierto", antes de confrontar a nuestro jefe o a RRHH con exigencias categóricas es necesario investigar el mercado, averiguar cuánto ganan colegas con nuestras mismas características y responsabilidades similares en empresas comparables a la nuestra. Sólo después de haber evaluado estos parámetros podemos confiar en que nuestras pretensiones están en línea con la realidad del mercado.
Cuanto a la plaza, es el medio en el que nos desempeñamos. ¿Es nuestra conducta la adecuada para el ambiente en el que trabajamos? ¿Nuestro guardarropa respeta los códigos de vestimenta de la empresa? ¿Hablamos con propiedad y en un tono moderado o nos vamos de boca con insultos e improperios, en particular con nuestros subalternos? ¿Somos los primeros en enterarnos del chisme del día y en difundirlo por todos los medios al alcance de la boca y del dedo? ¿Somos los últimos en llegar y los primeros en irnos de la oficina todos los días? ¿En los eventos sociales de la empresa, bebemos más licor de la cuenta? ¿Nos concedemos deslices extramaritales en la oficina? Cualquiera de estas cosas -créanlo o no- puede costarles el puesto de trabajo.
Y, finalmente, llegamos a la cuarta "P", la promoción. Con promoción nos referimos a nuestro "marketing personal", cómo nos damos a conocer y promovemos nuestras ideas dentro y fuera de la empresa, de manera tal que nuestra carrera se vea beneficiada. Cuando queramos "promocionarnos" es fundamental recordar que nunca, nunca, nunca puede ser en desmedro de otra persona, es decir, dejar de reconocer el mérito ajeno o la contribución del equipo. Cuanto más generosos seamos, más llegada tendrán nuestras ideas, y, al final del día, nadie quiere en su entorno a un serruchador empedernido como amenaza constante.
El conjunto de todos los factores anteriores determinan nuestro posicionamiento personal, por lo que es recomendable un autoanálisis a corazón abierto y, de ser posible, otro con la ayuda de algún amigo de confianza, para evaluar punto por punto si realmente proyectamos lo que somos o estamos boicoteando nuestro progreso en diversas áreas de nuestra vida sin siquiera darnos cuenta. Esta confrontación interior se llama insight.
Fuente: http://semanaeconomica.com/