Modelando nuestras vidas
En el trabajo cotidiano como educador (me autodefino más como un disparador de emociones emprendedoras, que como formador o facilitador en el clásico sentido académico) aprendí a entender la desconexión entre el conocimiento explícito que el alumno adquiere en el aula y el conocimiento implícito en las tareas que desarrolla fuera del aula.
He comprobado que, en general, aun cuando los estudiantes se apasionan con juegos en donde deben comprender y ejercitar comportamientos emprendedores, ellos poseen una enorme dificultad para invertir el (darle la vuelta al) aprendizaje sobre sí para tomar decisiones autónomas (independientes) con el objetivo de plantearse objetivos para sus carreras profesionales u ocupacionales.Quizás por esa desarticulación (1), materializada en la débil transferencia de conocimientos desde el aula hacia otros contextos de actuación, los estudiantes que realmente maduran su vocación profesional hacia la creación de sus propios emprendimientos son aquéllos que, además de sus estudios de grado, desempeñan alguna función en una actividad extra-universitaria como puede ser I) un empleo de mediana o alta jerarquía (gerencias o jefaturas), II ) empleos simples, sin jerarquía alguna, pero que se desempeñan en pequeñas empresas donde el estudiante está en permanente contacto con el dueño de la compañía o III ) puestos dentro de empresas familiares en donde el estudiante deba cubrir muchas funciones simultáneamente.
He comprobado, además (también en mi propio caso personal), que la participación en actividades extra-escolares tales como la pertenencia a equipos deportivos o la práctica de deportes individuales con participación en competencias (amateurs o profesionales), la educación religiosa paralela a la instrucción laica sistemática (estudios bíblicos, pertenencia a coros litúrgicos) y/o la participación continuada (desde la infancia) en organizaciones juveniles que incluyan actividades de campamento y/o exploración, favorecen al desarrollo de un nítido espíritu emprendedor que en la mayoría de los casos inspira la creación de una empresa propia.
La naturaleza desafiante de algunas funciones o especialidades laborales (ser vendedor, por ejemplo) y algunas experiencias socioculturales (participar en un elenco teatral amateur, por ejemplo) modelan estilos de vida que acentúan el placer por el libre albedrío y la toma de decisiones independientes.
Nadie emprende nada como resultado de un “curso para emprendedores”. Cada caso de emprendedores “exitosos” que se analiza lleva a la consideración de que la columna vertebral de todo empresario se construye y consolida desde las experiencias cotidianas de vida en donde las más significativas terminan siendo los modelos de rol a los que se está expuesto, el tipo de actividades que se realizan afuera del aula y el perfil de los pares con quienes las desarrollamos.
“Mi vena de empresario fue formada mucho antes de mis estudios en el MIT y en Harvard, comenzó a gestarse como un niño en Filadelfia. Mi padre presidía el negocio familiar «Bricklin Press», una imprenta fundada por mi abuelo en los años treinta. He pasado muchas tardes de mi infancia y mi adolescencia colaborando con tareas (aparentemente) menores de impresión y he participado en cenas donde mis mayores discutían temas comerciales cotidianos de la empresa familiar que me prepararon (aunque no lo comprendí en aquel momento) para las actividades que yo enfrentaría en mis propios emprendimientos. La tácita dedicación de mi familia a los negocios, me inspiró el respeto por la paradoja de correr riesgos en el negocio propio, y para sobrellevar los contradictorios sentimientos de mi libertad y la responsabilidad de hacerme cargo de mi propio crecimiento. Yo nunca esperé que alguna gran compañía cuide de mí en el futuro; en cambio, yo siempre estuve sensible para que las oportunidades me inspiraran alguna idea ingeniosa que se pudiera convertir en un negocio”.
Dan Bricklin, como todos los nacidos-naturalmente emprendedor, sabe que algunas ideas funcionarán y otras no lo harán; pero estuvo alerta a aprovechar la oportunidad que nadie más tomaría y asumió el riesgo de intentar llevarla a la práctica.
Quizás haya quien imagine que el éxito de Bricklin, y de tantos otros emprendedores en todo el mundo (también en Hispanoamérica), se basa en un instinto que ya viene impregnado en los genes de algunos individuos. El análisis de los casos más emblemáticos explican, demostrado científicamente en los últimos treinta años, que algunas personas se “tornan” empresarios porque se sienten capaces de que pueden lograr sus propias metas como resultado de sus propios esfuerzos aun cuando deban asumir algunos riesgos.
Entonces, ¿los empresarios nacen o se hacen? Para la gran mayoría de los emprendedores exitosos, la respuesta implica a ambos conceptos. Existe una combinación entre seguir instintos personales y participar en un ambiente que cultive y oriente el talento para emprender.
El testimonio de Dan Bricklin: “Me siento afortunado y feliz de estar aquí. Cualquier otro pudo haber sido el pionero considerado el «padre de la hoja electrónica de cálculo». Existieron muchas ideas de otras personas alrededor de esa idea, pero, simplemente, yo estuve en el lugar correcto, en el tiempo correcto con las habilidades y experiencia para ensamblar las partes que fueron necesarias para lograr el VisiClac”.
La conclusión podría ser que debemos estar permanentemente atentos a los pequeños detalles que representen una gran diferencia. Pero hay mucho más allá de la motivación y el talento personales de quien nace-naturalmente emprendedor.
Autor Mario Dehter
Fuente: jcvalda.wordpress.com
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