Por Rita Tonelli
Parece que no es posible ¿Verdad?
Pues sí lo es.
¿Aprendemos?
El Coaching Ontológico te muestra una distinción que te dará poder frente a los problemas. El poder de eliminarlos de tu vida, porque con este aprendizaje, ya no podrán surgir.
Y ¿qué es un problema?
Problema es una palabra con connotación negativa.
Vemos el problema como algo fuera de nosotros y que sencillamente, ocurre. Los vivimos dramáticamente, y cuando tratamos de resolverlos, lo hacemos desde la impotencia. Entonces, se nos presentan como una gran dificultad para superar.
"Tuve un problema, por eso, no hice lo que te había prometido."
"Surgió un problema que me impidió asistir."
En estos ejemplos, podés ver que parece que no tenemos nada que ver con ellos, que simplemente, suceden.
¿Vos tenés problemas?
¿Cuánto te cuesta resolverlos?
¿Te gustaría terminar con ellos?
Se puede.
Pero primero quiero preguntarte…
¿Qué hiciste vos para que tuvieras el problema que no te permitió hacer lo prometido?
¿En qué colaboraste para que el otro problema te impidiera asistir?
Cuando volvemos nuestra mirada hacia el observador que somos, el problema se corre del lugar de afuera para pasar a formar parte de nuestra interpretación.
Ver lo que te sucede como un problema, es ver solo una parte de lo que te pasa. La otra parte sería poder ver la posibilidad que se te revela, y el desafío de encontrar el aprendizaje en esta oportunidad.
Existe un recurso fundamental en el diseño de nuestra vida con la cual, podemos además, eliminar los problemas, y es
La Declaración Del Quiebre
El quiebre es un Juicio de que algo está ocurriendo (o no está ocurriendo), y esto cambia el espacio de posibilidades.
Heidegger nos dice que un quiebre es la interrupción en el fluir transparente de la vida.
Un quiebre no existe si no se declara. Recordá que una declaración es la creación de una realidad.
Si el quiebre genera un juicio positivo, se interpreta como una oportunidad.
Si el quiebre genera un juicio negativo, se interpreta como un problema.
Por lo tanto, los quiebres pueden abrir o cerrar espacios de posibilidades.
Los quiebres se pueden declarar a partir de un suceder imprevisto que rompe nuestra transparencia y cambia nuestro espacio de posibilidad porque nuestro transcurrir necesita cambiar de dirección.
Me despierto, me levanto, desayuno y enciendo mi computadora para comenzar a trabajar. La pantalla no se enciende.
Se produce el quiebre.
Se quebró mi transparencia.
Mi espacio de posibilidades cambió porque ya no puedo trabajar en ese momento, sino que tengo que resolver lo que sucedió.
Puedo pensar y emitir un juicio positivo (aunque no sea en forma inmediata, sino unos minutos después), y el quiebre da lugar a una oportunidad.
Mientras viene el técnico puedo revisar mis apuntes para mejorar el artículo que quiero publicar.
Y puedo pensar y emitir un juicio negativo y el quiebre da lugar a un problema.
Como podrás ver, la interpretación te permite hacer o quedar desarmado frente a la situación. Y el tener dos opciones para elegir, determinará que elijas estar frente a la oportunidad o al problema.
Cuando en vez de interpretar lo que sucede, solo lo vez como un problema, no tenés opciones. Cambiaste la posibilidad por una muralla que no te permite avanzar… y lo que sucedió, sucedió igualmente…
¿Qué vas a hacer con eso?
Y hay algo más que es la declaración poderosa del ¡Basta! Ella te permitirá terminar con todo lo que ya no querés para vos… pero de eso te voy a hablar en mi próximo artículo…
Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y lo difíciles que le resultaban las cosas. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas comenzó a hervir. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo:
- Querida, ¿qué ves?
-Zanahorias, huevos y café- fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma. Humildemente la hija preguntó:
-¿Qué significa esto, padre?
Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en forma diferente.
La zanahoria llegó al agua fuerte, dura, pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su líquido interior, pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos de café sin embargo eran únicos, después de estar en agua hirviendo, habían cambiado al agua.
- ¿Cuál eres tú?- le preguntó a su hija- Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable, pero después de una muerte, una separación, o un despido te podrías volver dura y rígida? ¿O eres como un grano de café? El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.
Y vos, ¿Cuál de los tres sos?
Por el placer de compartir.
Vía: http://ritatonellicoach.com.ar