En la actualidad la revolución tecnológica está generando una profunda transformación en las organizaciones.
La transformación va más allá del fácil y rápido acceso de la información, de las eficientes comunicaciones y de la eliminación del empleo del papel; está generando un nuevo diseño de la organización, una estructura organizacional cada vez más horizontal, más “colaborativas”, en la que cada uno de sus integrantes asume mayores responsabilidades.
Hoy podemos afirmar que la jerarquía ha desaparecido y que la responsabilidad se diluye entre todos los miembros de un grupo de trabajo. Lo queda claro, es que el poder de la toma de decisiones ha llegado a cada uno de los niveles de la organización. Van quedando atrás los tiempos en los cuales los funcionarios y empleados de línea, aquellos frecuentemente son los que tienen el contacto cara a cara con los clientes de una empresa particular o con los usuarios de los servicios que ofrece el Estado, se limitaban a tomar nota de las inquietudes, reclamos o sugerencias para luego consultar a sus superiores qué acciones tomar.
El gran desafío de las organizaciones en la actualidad consiste en administrar acertadamente el mejor activo del que disponen; el mismo que es intrínseco a cada uno de sus integrantes, el conocimiento.