Opinión: Carlos Casabonne
Geente general de Urbi Propiedades
He enfrentado esta pregunta cuando converso con gerentes de empresas que evalúan usar el mecanismo de obras por impuestos (OxI). Creo que la respuesta es un rotundo sí, por cuatro razones:
1. Permite ejecutar proyectos públicos según las principales necesidades de la población. Los proyectos que se ejecutan bajo este mecanismo atienden necesidades no cubiertas y este prioriza los recursos disponibles, acelerando así inversión en proyectos que atienden necesidades concretas.
2. Los proyectos se ejecutan yendo más allá de lo exigido por la ley. Este es un mecanismo voluntario y las empresas que lo usan verdaderamente quieren contribuir con la comunidad. Por ello, suelen asegurarse que los proyectos en los que invierten sean completos, integrales y sostenibles en el tiempo.
3. Genera valor compartido y, a través de este, estrecha el lazo público-privado. El mecanismo permite aprovechar los recursos financieros y técnicos de las empresas, para acelerar las inversiones públicas y generar valor compartido en la comunidad donde desarrollan su negocio. Los privados ayudan a dar solución a las necesidades de la comunidad a través de la ejecución de proyectos que, bajo el esquema tradicional de inversión pública, podrían tardar años en materializarse. Este proceso abre un canal de comunicación entre el sector público y privado que los ayuda a ambos a entenderse mutuamente y trabajar por el mismo objetivo.
4. Promueve el desarrollo y contribuye a la reducción de brechas. Las empresas priorizan sus inversiones en los proyectos de mayor impacto. Y el mecanismo OxI no es la excepción. La priorización de rubros y zonas contribuye significativamente en la reducción de las brechas en el país.
Hoy existe un potencial de inversión de más de US$ 10,000 millones. Sin embargo, no se ha usado más del 5%. Es tiempo que más empresas se animen a participar. Sus programas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) se verán potenciados con el desarrollo de proyectos de inversión pública, ya que al reducir brechas sociales, cada sol invertido tendrá un impacto mayor al tradicional, generando un círculo virtuoso de efectos positivos en las poblaciones beneficiadas.
Fuente: Diario Gestión (28/04/2015)
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